sábado, 12 de marzo de 2011
Cuarto y mitad de Mercados
Desolación. No encuentro una palabra que sea capaz de definir mejor mi estado anímico al pasear por los pasillos de cada uno de los mercados de la ciudad: Puerto Chico, La Esperanza y México.
Adentrarme en estos espacios supone una mezcla de sentimientos que me dejan pensando en cómo hemos sido capaces de llegar a esta situación tan desesperante.
Muchos pasillos se abren a lo largo de los mercados a la vez que muchos cerrojos rodean la escena.
Empiezo mi ruta por el Mercado de Puerto Chico, iba a decir que sigue igual que hace 28 años, pero no es cierto. Ahora sólo son 9 los comerciantes que trabajan en él. La impresión que tienen del mercado, tanto actual como de futuro, no se aleja en nada de la mía si no se buscan soluciones efectivas y reales, porque las propuestas del Ayuntamiento no lo son, al contrario.
El Mercado de La Esperanza ha corrido mejor suerte, quizá por su ubicación en el centro de la ciudad, un lugar por donde pasan al día muchas personas. Una situación más óptima, por lo menos en cuanto a los puestos, que continúan aguantando el chaparrón, y en cuanto al número de personas que se acercan a comprar. Pero el principal problema del Mercado de La Esperanza no está en su interior, sino en su exterior, en su estructura como edificio, en su fachada. Hace años se construyó el parking subterráneo dañando al edificio y, por parte del Ayuntamiento, no se ha hecho, desde entonces, nada más que apuntalarl;, hoy, todavía se puede ver este “parche”. Porque desde el Ayuntamiento solo se hacen parches, no se acomete una reforma integral, que es lo que necesita el Mercado. No la acometen aunque sí la prometen. De hecho, hace cuatro años, el alcalde quiso apuntarse un tanto anunciando una remodelación total del Mercado de la Esperanza en su programa electoral, una remodelación que nunca llegó. Éste es otro ejemplo de las promesas incumplidas del alcalde. Lo único que se ha hecho en estos 4 años ha sido la mejora de la cubierta, una actuación que, por cierto, no se ha realizado con fondos de las arcas municipales, sino del Plan E.
No hablemos del proyecto “infográfico” que ha planteado para el Mercado de México. Me parece una barbaridad, y me lo pareció ya, a mí y al equipo regionalista en el Ayuntamiento, cuando lo propusieron hace ya 4 años, en las pasadas elecciones. Pero se agrava más en hoy, invertir en este macroproyecto una millonada (45 millones de euros) en una situación de crisis como la que estamos atravesando. No es de recibo trasladar los grandes centros comerciales al centro de la ciudad, es necesario revitalizar los mercados que tenemos, los que ya existen, esa es mi apuesta. Los mercados deben convertirse en lugares de ocio, encuentro, participación, y no ser más lo que son ahora, lugares abandonados.
Y esta remodelación pasa por realizar un estudio en el que se recojan las necesidades específicas de cada zona, para hacerlos atractivos y poder evitar lo que una vez me decía un comerciante, “las madres ya no vienen aquí a hacer la compra” y tenía razón, la sociedad evoluciona y con ella deben evolucionar, también, los mercados, que deben ofrecer lo que la “nueva” sociedad demanda.
Durante el tiempo que el PRC tuvo responsabilidad en esta materia, con Antonio Pérez como concejal de mercados, la situación era completamente distinta. Se realizaban labores de mantenimiento y limpieza, se puso en funcionamiento el ascensor del Mercado de La Esperanza, etc. En este periodo los mercados no estaban olvidados como lo están ahora.
Esta situación hay que cambiarla, hay que revitalizar los tres mercados que tenemos en la ciudad para poder disfrutar de ellos. Es necesaria la creación de una red de mercados con marca “Santander”, con un sello de calidad que sea distinguible. Además, hay que apoyarlos desde el Ayuntamiento, con la elaboración de estudios de mercados sobre las necesidades específicas de oferta y demanda de cada zona. También se debe abrir una línea de ayudas que contribuyan a mejorar los atractivos de los mercados para que consigan captar el interés de los ciudadanos. No podemos olvidarnos de realizar una actuación municipal para que sean lugares de encuentro, ya que, dando vida a los mercados se lo damos a la ciudad.
Para ello, es básico conseguir acuerdos de financiación entre administraciones públicas y privadas para lograr que sea de todos. La gente no va a los mercados a comprar, la gente compra porque va a los mercados y por eso deben ser espacios atractivos, lúdicos, llenos de vida, de colores, de sabores que creíamos haber perdido.
Cuando un mercado tradicional vuelve a emerger, todo lo que está alrededor de él se beneficia.
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